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Jesús perdonaba, pero ¿olvidaba?

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Al leer los relatos de la vida de Jesús, se habla mucho sobre el perdón. Jesús enseñó sobre cuándo perdonar, cómo perdonar y qué significa ser perdonado —era claramente un tema muy importante—. Entonces, como era de esperar, con tanta charla sobre las diferentes maneras y los diferentes contextos del perdón, su significado puede enturbiarse y podemos no entenderlo por completo. Pero por muy complejo que pueda ser el perdón, Jesús dejó algunas cosas bastante claras: el perdón es necesario y costoso, y perdonar y olvidar son dos cosas diferentes. Veamos esto más de cerca y desentrañémoslo rápidamente.

Para ilustrar el perdón, Jesús cuenta la historia de dos personas endeudadas. El primer deudor va al rey, con quien está endeudado, y le explica su caso. El rey tiene compasión y perdona: asume la pérdida y borra completamente la deuda. Sin embargo, a ese primer hombre, cuya deuda acaba de ser borrada, otro hombre le debe dinero. Cuando el segundo hombre llega a él incapaz de pagarle, el primer hombre no tiene compasión y lo envía a la prisión de deudores hasta que la deuda sea pagada en su totalidad, a pesar de que él mismo se salvó de terminar así. El rey escucha sobre esto y castiga al hombre que no perdona. Entonces, ¿qué podemos concluir? Primero, el verdadero perdón puede ser costoso. A menudo significa abandonar el deseo de venganza o retribución y dar por saldadas las cosas incluso cuando no lo están. Es difícil. Segundo, debemos ser rápidos para perdonar porque, con frecuencia, nosotros mismos necesitamos ser perdonados.

Así que el perdón es costoso y necesario, pero Jesús también dejó muy claro otro aspecto del perdón: el perdón es deliberado. Escuchamos esta frase surgir a menudo: «Perdona y olvida». ¿Es eso algo que Jesús predicaba? Bueno, no exactamente. Hay un momento bastante poderoso en el que Pedro y Jesús se reúnen después de que Pedro había negado conocer a Jesús en tres ocasiones. En medio de su conversación, Jesús le da a Pedro tres oportunidades distintas de confirmar su lealtad —una por cada una de las ocasiones en las que lo había negado—. Verás, Jesús no olvidó la ofensa, ni tampoco dijo: «No te preocupes por eso; no hay nada que perdonar», porque lo había. En lugar de ignorar la ofensa, Jesús creó la oportunidad para poder perdonarla y resolverla por completo. No olvidó lo que hizo Pedro, pero tampoco lo usó en su contra.

Ahí es a menudo donde el perdón se convierte en una herramienta para la manipulación en lugar de una para la sanación y reconciliación. Se nos dice que perdonar es olvidar por completo, y eso puede convertir el perdón en un «pase gratis», lo que fomenta el mal comportamiento porque le damos cabida. El perdón de Jesús es diferente. No toma a la ligera las malas acciones; sin embargo, enfatiza la reconciliación. Así, el perdón de Jesús reconoce la herida, la expone y luego vierte una abundancia de paciencia, bondad y amor sobre ella para que la sanación pueda suceder.

**Si estás en una relación abusiva, por favor busca ayuda. El llamado de Jesús a perdonar no debe ser usado erróneamente para manipular a la gente para que permanezcan en relaciones abusivas. Busca tu seguridad primero.

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