Los cristianos creen que Jesús vivió una vida perfecta. Para otros, eso es difícil de creer. Mientras buscábamos temas que compartir, fue evidente que Jesús tenía altas expectativas para él mismo y los demás. Enseñó cosas como: ama a tus enemigos, perdona a los que intencionalmente te han perjudicado y no juzgues a los demás. Fácil, en teoría. Pero practicarlo es difícil.
Nos dimos cuenta que no ha de haber sido fácil para él practicar lo que había predicado. Cuando estaba siendo ridiculizado, seguramente, estaba tentado a denigrar a sus acosadores. Cuando fue traicionado por un amigo cercano, pudo haberlo reprimido en público. Ultimadamente, cuando estaba siendo crucificado, no condenó a sus acusadores ni verdugos. Él los perdonó.
Cuando nos dimos cuenta lo difícil que esto ha de haber sido, incluso para Jesús, reconocimos que se enfrentó a la presión de ser un buen ejemplo similar a la que nos enfrentamos hoy en día.
Es difícil dar el ejemplo correcto a nuestro hijos o amigos o vecinos. Por suerte, hay mucha gente esforzándose por lograrlo y haciendo un excelente trabajo. Tratamos de celebrar a todos aquellos esmerándose en pasarle el bien a los demás, de reconocer la alegría de ser un modelo a seguir positivo, todo mientras reconocemos el reto y esfuerzo que es comportarnos de la mejor manera.