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¿Lamentó Jesús?

2 min

A medida que las restricciones de la pandemia se relajaban y el mundo aparentaba volver a cierta normalidad (lo que sea que eso signifique), platicábamos sobre el impacto que el COVID-19 tuvo sobre nosotros. Algunos de los cambios que creó, confesamos, fueron positivos— al realinear nuestras prioridades y conciliar nuestras vidas personales y laborales, por ejemplo. Pero también nos dimos cuenta de que no podíamos comprender la pena, el dolor y la angustia que millones pasaron al perder a seres queridos, amigos y compañeros de trabajo. Miles murieron aislados sin nadie a su lado.

Ahora sumémosle a eso los cuidadores que arriesgaron su salud y sus vidas para atender a quienes sufrían, y el dolor se vuelve incalculable. Esto fue una catástrofe global, pero se vivió a nivel individual. Estas pérdidas fueron personales. Afectaron directamente nuestras almas. La pandemia incluso hizo que muchos cuestionaran la existencia de un dios o se preguntaran cómo un ser que es todo amor y todopoderoso podía permitir que esto pasara. Son preguntas difíciles. Y honestamente, no tratamos de formular ninguna respuesta. Las crisis siempre van a conducir a algunos hacia la fe y a otros hacia el escepticismo.

Pero a través del diálogo, eventualmente reconocimos que Jesús, un hombre que vivió hace dos mil años, también entendía el nivel de tristeza que muchos de nosotros, nuestras familias y nuestros amigos sentimos en ese entonces o que todavía sentimos hoy. Cuando Jesús recibió la noticia de que su primo, Juan Bautista, había sido ejecutado por el Rey Herodes, partió en barco y huyó al desierto para estar solo y lamentarse. El Nuevo Testamento apenas menciona esto en un solo verso, pero nos imaginamos que su tristeza era profunda, insoportable y bastante real.

Cuando Jesús escuchó la noticia de la muerte de su buen amigo, Lázaro, lloró. Es el verso más corto de la Biblia, sin embargo, es probablemente el más revelador. Estamos bastante certeros de que había más. En su crucifixión, hay mención de su madre, María, pero no hay mención de José. Podemos asumir que había sufrido la pérdida de una figura paterna amada.

Todo esto nos llevó a buscar imágenes lo suficiente poderosas para reflejar ese sufrimiento. Nuestras ideas estaban simplemente en papel, así que debe dárseles crédito a los artistas que se basaron en sus experiencias personales para darle vida a esto. Mientras seleccionábamos las escenas, las emociones eran palpables. Se nos llenaron los ojos de lágrimas. Y debemos reconocer la destreza y el talento del editor y los compositores musicales que entretejieron las imágenes y la partitura en un tapiz de belleza solemne. Esperamos que los haya conmovido tanto como a nosotros.

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