Podemos decir con certeza que casi todos nos hemos sentido abrumados en algún momento u otro. Para muchos, sentirse abrumados se ha convertido incluso en la norma. La presión de las relaciones, las finanzas, las interminables listas de tareas pendientes —incluso la presión que nos ponemos a nosotros mismos llega a pesarnos—. ¿Cómo se supone que debemos soportar todo ese estrés? ¿Te sorprendería saber que Jesús también se estresaba?
Una noche en particular, él experimentó un estrés abrumador. Sabía que su amigo lo había traicionado y se habían desencadenado una serie de eventos que culminarían en una muerte dolorosa e injusta. Era un peso inimaginable.
Como hacen muchas personas cuando están estresadas, Jesús se escapó a un lugar tranquilo. Para algunos, este lugar puede ser su carro y para otros, un banco del parque o incluso el baño. Para Jesús, fue un jardín de olivos antiguos en la ladera de una montaña. Jesús llevó consigo a algunos amigos para que lo apoyaran emocionalmente y rezaran, pero no fueron de gran ayuda, ya que no pudieron permanecer despiertos. Él estaba lidiando con esto solo.
Y el estrés era intenso. Jesús dijo que su «alma estaba afligida al punto de la muerte» —traducción: sentía que el estrés lo estaba matando—. Incluso sufrió hematohidrosis, una rara enfermedad causada por el estrés emocional agudo en la que las glándulas sudoríparas se rompen, causando que excreten sangre. El peso del sufrimiento que se avecinaba —y su determinación de soportarlo y ejemplificar su amor por todos a través de ese sufrimiento— lo dejó destrozado y drenado.
Más tarde esa noche, sus adversarios lo capturaron en el jardín. Sin embargo, a pesar de su incapacidad para encontrar consuelo, Jesús logró encontrar la fuerza para enfrentar a sus acusadores y rendirse a ellos voluntariamente y sin violencia, sabiendo que su muerte difundiría aún más su mensaje de amor radical.
Jesús no era inmune al estrés. Ni tampoco esperaba que nadie más lo fuera. Él buscaba paz, tranquilidad y compañía en medio del estrés, sabiendo que esas cosas pueden ayudar inmensamente. Pero incluso Jesús se sentía abrumado. Y está bien si tú también te sientes así.