Casi todos conocen la historia de la Navidad. La estrella. Los pastores. El pesebre. Los Reyes Magos. Pero un capítulo en la historia del nacimiento de Jesús es a menudo ignorado. Muy probablemente por su horrenda naturaleza. Después de que los Magos del Este habían visitado a María y José, el rey Herodes les solicitó que revelaran dónde vivía el pequeño Jesús. Pero tras ser advertidos en un sueño, los Reyes Magos partieron hacia otro lado sin decirle al rey de los paraderos de Jesús. Enfurecido y amenazado por un posible nuevo gobernante, Herodes ordenó matar a todos los varones de dos años de edad o menores.
Con los secuaces de Herodes acercándose a Belén, José y María huyeron con su pequeño hijo a Egipto. Imagínate las circunstancias. Dos padres jóvenes toman a su niño y lo que puedan llevar en sus espaldas, y huyen del país. No había seguridad para ellos en su tierra natal, así que la única opción era buscar una tierra extranjera.
No sabemos mucho sobre el tiempo que pasaron en Egipto, pero uno puede imaginarse que probablemente huyeron de su casa e intentaron mantenerse escondidos lo más posible. Al ser jóvenes, pobres y judíos es improbable que María o José hablaran egipcio. Es posible que la joven familia buscó refugio y ayuda de otras comunidades judías esparcidas por Egipto. A lo mejor hasta encontraron y se quedaron en una de las sinagogas que sabemos que había en Egipto en aquel entonces.
Después de la muerte de Herodes, José y María volvieron a Israel. Pero el impacto de haber sido desplazados siempre se quedó con Jesús. Podemos verlo en su compasión hacia los demás, aquellos que eran etiquetados como forasteros: los samaritanos, los leprosos, los recaudadores de impuestos y los pecadores.