he gets us logo
headerImageDesktop

Jesús nos enseñó a decir las cosas difíciles.

menos de 1 minuto

Poner en práctica los rasgos que Jesús valoraba significa decir las cosas que son sumamente difíciles de decir. Desplázate hacia abajo para conocer más.

¿Qué tipo de rasgos valoraba Jesús?

Leer más+

Hay un grupo de versos muy particulares en la Biblia que son comúnmente conocidos como las bienaventuranzas, que pudieran simplemente llamarse las bendiciones. Básicamente, Jesús le estaba hablando a una multitud en la cima de una montaña y empezó su mensaje con ocho declaraciones que siguen el formato de: «Bienaventurados los [espacio en blanco] porque ellos [espacio en blanco]». Es algo bastante sencillo —hasta que empiezas a ver lo que Jesús quiere decir con las cosas a las que llama bienaventuradas—.

A lo que Jesús principalmente está tratando llegar es a lo que significa vivir una vida plena —una vida próspera—. Cuando él les llama benditos a diferentes rasgos de personalidad, está diciendo que la gente que ejemplifica estos rasgos está floreciendo. Bueno, eso pareciera facilitar las cosas: simplemente seguimos una lista y ya estamos viviendo una vida al máximo, ¿no es así? Pues, veamos la lista primero. Jesús nos dice que los que son pobres de espíritu, los que lloran, los humildes, los que son compasivos y los perseguidos por causa de la justica son todos personas floreciendo. No sé a ti, pero a primera vista, a mí eso me suena un poco contradictorio. ¿Cómo puede el hecho de llorar, o lamentarse, equivaler al florecimiento? ¿O la humildad? ¿O sufrir persecución? Pues, no es demasiado obvio al principio, pero a medida que le empezamos a hablar de estos rasgos a la gente, empezamos a ver dos cosas con claridad.

Primero, en su totalidad, estos rasgos son difíciles de practicar. Llorar, en el sentido de lamentarse, es un proceso devastador. El perdón y la misericordia son increíblemente difíciles de dar. La mansedumbre y la humildad nos hacen sentir débiles. Estos rasgos no son algo que ya dominamos; más bien son como otro idioma. La mayoría de nosotros tenemos que aprender estos rasgos y practicarlos, y con frecuencia, vamos a hacer y decir lo incorrecto durante este proceso de aprendizaje. Y escucha esto: eso está bien. Son realmente difíciles.

Pero segundo, practicar estos rasgos vale la pena. ¿Cuándo es más difícil llorar o lamentarse? Para mí, es cuando he perdido a alguien a quien he amado con todo mi ser. Aquellos que se lamentan están floreciendo porque son los que afrontan las relaciones de la manera correcta: una manera entregándolo todo, desinteresada, incondicional, como la de Jesús. ¿Y qué hay del perdón? Eso sí es notoriamente difícil, pero cuando logras perdonar, te liberas de las cargas de dolor y odio. La humildad puede sentirse humillante, pero no es una expresión de debilidad. Al contrario, son las personas más fuertes y valientes las que son capaces de admitir libremente cuando se equivocan.

Verás, los rasgos que Jesús valoraba —la misericordia, humildad, aflicción, integridad, hacer las paces, por nombrar algunos— son todos sumamente difíciles de practicar, pero tienen como resultado una riqueza y plenitud de vida que no se puede encontrar ni emular en ningún otro lado. Aprender estos rasgos e incluso aprender a decir frases sencillas como «Te perdono», «Te amo», «Me equivoqué» o «Adiós» abre un mundo y una forma de vida completamente nuevos. Es casi como aprender un segundo idioma. Si este idioma te parece nuevo y quieres aprender más, desplázate hacia abajo pare encontrar algunos videos que profundizan un poco más en lo que significa practicar estos rasgos en la vida real.

Aprender a decir “Te perdono”.

Leer más+

Ya sea que el idioma de tu corazón sea italiano como el de Giuliano, inglés o cualquier otro, “Te perdono” puede ser una de las cosas más difíciles de decir —especialmente cuando se trata de una larga ruptura en alguna relación familiar—. Decirlo puede parecer casi imposible. Pero Jesús enseñó que una vida misericordiosa es una vida floreciente, así que ¿cómo podemos tomar las medidas necesarias para aprender a perdonar, incluso cuando es difícil? El amor de Jesús es como un segundo idioma. Requiere práctica.

Aprender a decir “Adiós”.

Leer más+

Las despedidas son duras. Las despedidas definitivas pueden ser devastadoras. Entonces, ¿de qué estaba hablando Jesús cuando dijo, “Bienaventurados son los que lloran”? Nos sentamos con Mona a conversar sobre el duelo y las despedidas para ver lo que ella ha aprendido y la forma en la que ha crecido de su propia experiencia. Es una historia conmovedora y un testamento del poder de aprender a amar de la manera en que lo hizo Jesús. El amor de Jesús es como un segundo idioma. Requiere práctica.

Aprender a decir “Te amo”.

Leer más+

Decir “Te amo”, y decirlo sinceramente, puede ser difícil por muchas razones. Tal vez es difícil porque tienes miedo de decir algo que en realidad no sientes, o tal vez es difícil porque decir esas palabras te hace ser más vulnerable de lo que quisieras. De cualquier modo, alinear nuestros corazones con nuestras palabras no es nada fácil, pero pensamos que hacerlo es una gran parte de lo que significa ser puro de corazón —uno de los rasgos que Jesús llama bendito. No es fácil, pero pensamos que vale la pena y la historia de Arno es testamento de ello. El amor de Jesús es como un segundo idioma. Requiere práctica.

Humildad

Leer más+

Admitir cuando nos equivocamos es increíblemente difícil. Nos hiere el orgullo, nos vacía por dentro. Pero Jesús alababa la humildad. Él dijo, “Bienaventurados los humildes.” Platicamos con Mely sobre el estira y afloja entre la humildad y el orgullo —sobre balancear el perfeccionismo con nuestras limitaciones—. Mely descubrió algo que creemos que Jesús señaló: que hay una gran fortaleza en admitir debilidad. No es algo que sea muy fácil de hacer porque el amor de Jesús es como un segundo idioma. Requiere práctica.

Escritura:
Mateo 5:5

He Gets Us - Banner

¿Te gustó este artículo?

Seguir Leyendo

Jesús perdonaba, pero ¿olvidaba?
Tiempo de lectura: 2 min
Jesús eligió perdonar.
Tiempo de lectura: 1 min