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¿Estás harto de algo? Explora para conocer por qué nos sentimos así

4 min

Parece que vivimos en una época marcada por el descontento. Cada día, alguna parte básica de la existencia se vuelve más complicada y difícil, algo nuevo aparece que se suma a la ansiedad, las relaciones rotas nos agotan, la enfermedad nos carcome, la política nos desanima, los costos financieros y emocionales de la vida nos agobian. ¿Resuena contigo algo de esto? Si lo hace, eso significa una de dos cosas. O bien esto encontró milagrosamente a la única persona que se siente así o (y apostamos por esta segunda opción) resuena contigo porque muchos de nosotros compartimos esta experiencia. En una época de polarización y división, es difícil encontrar intereses comunes. Es fácil sentirse aislado, pero reflexionar sobre el hecho de que todos estamos hartos de algo puede recordarnos que no estamos navegando esto solos. ¿Qué pasaría si pudiéramos encontrar unidad en el descontento que compartimos?

Este no es un pensamiento nuevo —se lo robamos a Jesús—. Nos dimos cuenta de que una variedad muy extraña de personas se agrupaba a su alrededor: recaudadores de impuestos, trabajadoras sexuales, la élite religiosa, pescadores, fanáticos, ricos, pobres, enfermos, sanos. En teoría, no tenían por qué sentarse juntos ni llevarse bien. Pero todos acompañaron a Jesús en la mesa. ¿Por qué? Nuestra teoría es que todos compartían una cosa en común: querían desesperadamente que algo en sus vidas cambiara. Cada uno de ellos estaba harto de algo.

Y Jesús recibió muchas críticas por sentarse en la mesa con esta variedad de personas, particularmente con aquellas con las que otros no se sentarían. Su respuesta fue bastante simple: «No son los sanos, sino los enfermos los que necesitan un médico». Y si observamos su vida, Jesús desempeñó en todo momento ese papel de médico sin titubear. Siempre pasaba tiempo con personas que se sentían enfermas, ya fuera por dolencias físicas o condiciones más ocultas que afectaban los sentimientos y la mente. Y eso nos hizo pensar: ¿De qué estamos más hartos hoy en día, y qué podemos aprender de Jesús que tal vez podría guiarnos en la dirección correcta?

Para abordar la primera parte de la pregunta, enviamos encuestas e hicimos un viaje por Estados Unidos y nos sentamos con la gente a hacerle esta pregunta: ¿De qué estás harto? Las respuestas lo dejaron claro: estamos hartos de muchas cosas. Puedes darle un vistazo a los números aquí, pero escucha estas respuestas de primera mano:

Estoy cansado de sentirme cansado; solo quiero ser tan activo como lo era hace 10 años.
Estoy harto del dolor crónico.
Estoy harto de no poder conseguir un trabajo que te pague mientras te capacitas, pero las empresas no quieren contratarte si no tienes experiencia.
Estoy harto de que las compras del súper sean tan caras.
Estoy harto de la política divisiva.
La violencia armada cerca de mi casa. Escucho al menos dos disparos todos los días.
Estoy harto de que todo el mundo se queje. Solo quiero que todos estén entusiasmados con la vida. Incluso en los días malos.
Estoy harto de mí mismo
Estoy harto de muchas cosas. Probablemente demasiadas para enumerarlas.

Estas son respuestas personales, pero si eres como nosotros, a medida que las lees, empiezas a ver un poco de tu propia historia en ellas, un poco de tu propio fastidio, una parte de nuestro fastidio colectivo. Y creemos que es justo que digamos que nosotros estamos hartos, no solo porque compartimos el sentimiento, sino también porque este descontento afecta a nuestras comunidades y relaciones a menudo tanto como nos afecta personalmente. Entonces, podríamos estar hartos de algo, pero estamos hartos juntos.

¿Dónde nos deja eso? Bueno, para empezar, estamos en buena compañía. Si te sientes harto, no estás solo; al parecer, la mayoría de nosotros nos sentimos así. Y dos, si te sientes harto, entonces eres exactamente el tipo de persona que Jesús buscó y exactamente el tipo de persona a la que dirigió su mensaje. La forma en la que Jesús vivió y lo que enseñó funciona como un gran modelo de cómo podemos ayudarnos unos a otros a responder a las cosas que nos están agobiando

Terminaremos con esto. Jesús sabía que la gente se sentía harta y les ofreció ayuda. Él delineó todo un plan para que tuvieran un mejor tipo de vida, una forma de luchar contra los diferentes desafíos, en un discurso que ahora se conoce como el Sermón del Monte. Ya hemos hablado antes de ciertas partes de ese plan, partes como «ama a tu prójimo», «ama a tu enemigo», «no juzgues» o «pon la otra mejilla». Pero es la forma en que Jesús terminó el Sermón del Monte lo que da contexto a lo que este plan realmente hace por nosotros. Él terminó con una historia sobre un hombre que construye una casa sobre la arena y un hombre que construye una casa sobre la roca. En esta historia, las lluvias llegan y los ríos crecen en ambas casas, aunque solo la casa construida sobre la roca sobrevive la tormenta. Un amigo nuestro, Ian Simkins, lo dijo muy bien: «Jesús es honesto acerca de la condición humana. Él no nos pinta un cuadro florido que sugiere que seguirlo significa que la vida será pan comido. La lluvia, el viento y las inundaciones llegarán. Los tiempos difíciles nos llegarán. Nos encontraremos con grandes e inesperadas dificultades en nuestras vidas. El camino de Jesús no te saca de las dificultades —sino que te lleva a través de ellas—.

¿De qué estás harto, y cómo podría el ejemplo de Jesús ayudarnos a seguir adelante?

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